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Escrito por José Miguel Manzano, 1º C, IES Astaroth   
miércoles, 04 de junio de 2008

Juan, un humilde pescador, era profundamente religioso, había criado a sus dos hijas gemelas (Marta y María) él sólo, ya que enviudó al morir su esposa en el parto. El deseo del pescador era que sus hijas tuvieran lo mejor del mundo y por esta razón todas las noches rezaba, pidiendo por ellas, por un buen futuro, y porque Dios pusiera un buen hombre en sus vidas, con un buen trabajo, y felicidad para ambas.

Un buen día Marta conoció a un rico heredero de tierras, y fincas de cultivo. Al mes siguiente María conoció a un joven apuesto y con una empresa propia, una fábrica de tejas. Parecía que la suerte le sonreía, alguien había escuchado sus plegarias y Juan llegó a pensar que no era necesario volver a pedir más por sus hijas, pero se equivocaba.

Al año siguiente Marta y María decidieron casarse y decidieron hacerlo el mismo día, en la misma iglesia, las dos juntas. Juan lloraba de alegría, y les prometió que iría a visitarlas a la casa de cada una, antes de que pasara un mes.

Dicho y hecho, tres semanas después de la boda decidió visitar a Marta y le preguntó que cómo se encontraba, que si era feliz, etc.

- Papá me encuentro bien, soy muy feliz, pero hay algo que me preocupa. Estamos en época de sequía, hace falta que llueva, el campo necesita urgentemente agua.

Juan se despidió un poco apenado, pensando en el problema de su hija.

Al otro día fue a visitar a su hija María, también le preguntó que cómo se encontraba y ella le dijo que bien, pero que había algo que le preocupaba.

- ¿Qué te pasa?
- Papa necesito que no llueva, porque si llueve se mojarán las tejas que tenemos secándose, endureciéndose para venderlas. Necesito que los días sean secos, y con ese dinero pagar lo que debemos.

Juan se marchó apenado y por el camino meditaba: “si una me pide días lluviosos, y otra días secos, a cuál le dedico mis plegarias”. Juan comprendió que era verdad que nunca llueve a gusto de todos, que sus hijas ya eran mayores y que lo único por lo que él podía pedir a Dios era por la salud de toda su familia.

 
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