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Renacer de una lengua indígena en México: los mixtecos de Guerrero PDF Imprimir E-Mail
Escrito por Joaquín J. Martínez Sánchez   
jueves, 17 de noviembre de 2011
Los días 11 y 12 de octubre se celebró el 1er. Congreso de la Lengua Mixteca en el estado de Guerrero, México, con la asistencia de un profesor del IES Juan Goytisolo (Carboneras, Almería). Constituye el acto más significativo de su renacimiento cultural en las últimas décadas.
Niños mixtecos de Cahuatache junto a la cocina comunitaria

La sede del Congreso no era un palacio, sino la escuela y la cancha públicas de la aldea de Cahuatache, municipio de Xalpltláhuac, en medio de la región de La Montaña. El primer día se reunieron unos 800 maestros y maestras procedentes de todas las zonas de Guerrero donde residen hablantes mixtecos: además de La Montaña Alta y Baja, también la Costa Chica. Después del acto de inauguración, presidido por el comité organizador y autoridades políticas de la región, se formaron tres comisiones dedicadas a exponer y dialogar sobre la normalización de la lengua, la memoria histórica y el trabajo de los educadores y educadoras mixtecos.
Ponencia en la comisión sobre la memoria histórica 

En ese territorio se localizan los dos municipios más deprimidos de la República Mexicana, Metlatónoc y Cochoapa, a causa de un abandono y un aislamiento que se remonta a la Conquista y la colonización española. El encomendero que sometió a explotación esa zona durante tres siglos provocó un desastre humanitario que redujo la población hasta un 90%. La colonización posterior sólo se preocupó de obtener nuevos recursos, a través de la cría de ganado caprino y su traslado al puerto de Acapulco. Durante los dos siglos recién cumplidos de Independencia mexicana, aunque el nivel de poblamiento ha alcanzado y superado el de hace 500 años, sin embargo, no se reconoció efectivamente la autonomía de los pueblos indígenas, ni se articuló su integración en el sistema productivo ni en el Estado del Bienestar. El resultado, además de la pobreza, ha sido una migración masiva de familias enteras a trabajar como jornaleros en los estados del Norte de México y como mano de obra clandestina en USA. Así pues, no era casual que se hiciera coincidir el Primer Congreso con la memoria del llamado, todavía, en México, “Día de la Raza”.

La convocatoria tenía por objeto inmediato favorecer el proceso hacia la normalización de la lengua mixteca en el estado de Guerrero. Hasta entonces, se habían reunido distintas comisiones de expertos, comenzando por la Academia de la Lengua Mixteca (Ve'e Tu'un Savi) desde 1997. El sistema de educación bilingüe intercultural comenzó a implantarse en los territorios indígenas de México a finales de los años 60 y primeros 70 del pasado siglo. No obstante, la falta de recursos para formar a los educadores en el conocimiento de la lengua autóctona y del español mexicano hacía imposible que se enseñaran los diversos contenidos del currículo en ambas lenguas. La situación de diglosia, es decir, el uso de la lengua materna en el espacio doméstico y la imposición del español para ejercer la ciudadanía, relacionarse con el Estado u operar en el mercado, ha contribuído a que un número considerable de jóvenes se avergüencen de su memoria cultural. Se ha avanzado mucho en la búsqueda de una norma común que acoja las variantes dialectales en el diccionario y que acuerde unas normas de construcción de la lengua (morfología, sintaxis), a partir de los usos más extendidos, sin discriminar a los hablantes más pobres y aislados. Pero queda mucho más por hacer, como reconocen investigadores y docentes.

En su propio idioma, los mixtecos se denominan “ñuu Savi” o “ñuu Zavi”, lo que significa “pueblo de la Lluvia”, por referencia a la divinidad central en tiempos precolombinos. La lengua tiene por nombre “Tu'un Savi”, “lengua de la Lluvia”. El apelativo “mixteco” procede de la lengua mexica o náhuatl y significa “el pueblo de las nubes”. Ambas denominaciones los sitúan en su medio actual, entre montañas, y describen su dependencia filial de la Lluvia que retorna anualmente, entre los meses de mayo/junio y octubre/noviembre.

Las culturas mixtecas se remontan a los orígenes del poblamiento humano en Mesoamérica y ocupaban una zona aún más extensa que en la actualidad. Vivieron un largo periodo de desarrollo, durante el que se propagó y perfeccionó el cultivo campesino del maiz, el frijol y la calabaza como nutrientes básicos, junto a la domesticación de perros guardianes y guajolotes para el consumo humano. Además, había otros animales de carne comestible, como las iguanas o algunos insectos.

Su grado de integración en el medio natural y su sabiduría se manifiesta, no sólo en la medicina natural o en ritos milenarios, sino también en la organización de la lengua. Tienen un sistema de seis categorías para referirse a la realidad natural y cultural: líquidos o fluidos, materia y artefactos, animales, cosas, mujeres y hombres. El espacio se organiza como un análogo del cuerpo humano, dado que las preposiciones se forman sobre los nombres de las partes corporales. Se trata de una lengua tonal, donde los diversos tonos (alto, medio, bajo) sirven para diferenciar significados. El valor significante de la entonación actúa en todos los niveles de la lengua, por tratarse de una cultura oral. En consecuencia, es un idioma que “se canta”, con una gran riqueza connotativa, a semejanza de dialectos como el andaluz o cualquier lengua asociada al canto, es decir, la poesía lírica.

Dos generaciones de investigadores y docentes mixtecos

 
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